
El otro día estuvimos comiendo en un italiano mi marido y yo (los niños de momento van comidos) y nos llamó la atención un curioso aparatito que tenían sobre la mesa. Resulta que ya no tienes que levantar la mano y trazar en el aire un reglón imaginario cuando te mire el camarero a la hora de pedir la cuenta...no, no, ahora pulsas un botoncito y listo! como por arte de magia te la traen (eso si no hay ningún botoncito que pulsar para que te la pague, cachis...).
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